Un estudio de campo publicado el 4 de diciembre en Nature Ecology & Evolution ha demostrado que una prueba de minería en aguas profundas provocó una reducción significativa en la densidad de animales marinos y en la diversidad de especies del lecho oceánico. La investigación, desarrollada en la Zona Clarion‑Clipperton (CCZ), evidencia con datos empíricos los efectos ambientales inmediatos que puede tener esta actividad sobre los ecosistemas abisales.
La CCZ, una extensa franja del Pacífico entre México y Hawái, contiene grandes reservas de nódulos polimetálicos ricos en minerales estratégicos como cobalto, níquel, cobre y manganeso. La prueba analizada fue realizada por la empresa The Metals Company (TMC) en colaboración con el contratista belga Global Sea Mineral Resources, en una zona con autorización de exploración otorgada por la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA, por sus siglas en inglés).
Durante el ensayo, una máquina minera removió más de 3,000 toneladas de nódulos del fondo oceánico a 4,000 metros de profundidad. Los investigadores estudiaron 4,129 animales bentónicos, es decir, organismos que habitan el fondo marino, y concluyeron que la intervención causó una disminución del 37% en la densidad de individuos y una reducción del 32% en la riqueza de especies en comparación con áreas no perturbadas.
Los resultados representan la primera evidencia científica sólida sobre los efectos de una operación minera en condiciones reales sobre la macrofauna bentónica. A diferencia de simulaciones anteriores realizadas en décadas pasadas, esta prueba fue ejecutada con maquinaria a escala industrial, lo que permite una evaluación más precisa del impacto ambiental directo de una operación comercial potencial.
El estudio fue liderado por científicos del Museo de Historia Natural del Reino Unido, la Universidad de Gotemburgo (Suecia) y el Centro Nacional de Oceanografía (Reino Unido), quienes realizaron múltiples campañas oceánicas durante cinco años. Los trabajos incluyeron muestreos dos años antes de la prueba minera y hasta dos meses después de la intervención, permitiendo un análisis comparativo detallado.
Uno de los hallazgos más relevantes es que los efectos negativos no se limitaron al área directamente intervenida por la maquinaria, sino que también se observaron en zonas adyacentes, donde los sedimentos removidos se depositaron nuevamente. Esto sugiere que el alcance del impacto puede superar los límites del área de extracción y plantea dudas sobre los mecanismos de dispersión de los sedimentos finos en aguas profundas.
El equipo científico también advirtió que muchos de los animales afectados tienen tasas de reproducción extremadamente lentas y ciclos de vida largos, lo que complica las posibilidades de recuperación ecológica en escalas de tiempo humanas. En otras palabras, el daño podría perdurar por décadas o incluso siglos.
A pesar de estos efectos, el trabajo de campo también reveló la alta biodiversidad de la zona. Se identificaron 788 especies diferentes, muchas de ellas nuevas para la ciencia. Entre los hallazgos se encuentra una nueva especie de coral solitario, lo que subraya el valor científico de estos hábitats y la necesidad de seguir investigando su funcionamiento ecológico antes de habilitar la minería comercial.
El estudio ha sido recibido con preocupación por organizaciones ambientales como Greenpeace, que advierten sobre los riesgos de permitir una expansión acelerada de la minería en aguas profundas sin un marco regulatorio ambiental sólido. Desde su perspectiva, los datos confirman que incluso ensayos de corta duración pueden alterar significativamente ecosistemas estables y poco resilientes.
En contraste, la industria minera defiende que este tipo de estudios son precisamente los que permitirán ajustar las técnicas y minimizar los impactos. The Metals Company argumentó que los datos recogidos ayudarán a diseñar mejores prácticas para operaciones futuras. El CEO de la empresa, Gerard Barron, sostuvo que los impactos son menores en comparación con la minería terrestre, y que el desarrollo responsable de esta industria puede ser clave para la transición energética global.
La extracción de minerales del lecho marino se presenta como una opción estratégica para satisfacer la creciente demanda de metales necesarios para tecnologías limpias, como baterías de vehículos eléctricos, turbinas eólicas y sistemas de almacenamiento energético. Sin embargo, la viabilidad ambiental de esta actividad sigue siendo motivo de debate.
Varios países, incluyendo Alemania, Francia y Chile, han pedido establecer una moratoria a la minería en aguas profundas hasta que existan garantías científicas suficientes sobre sus impactos. Por su parte, la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos, encargada de regular esta actividad en zonas internacionales, todavía no ha aprobado el código de explotación que definirá las reglas para operaciones comerciales. Mientras tanto, empresas con contratos de exploración avanzan en estudios preparatorios y ensayos técnicos.
México, por su ubicación geográfica y su participación como país firmante de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR), mantiene un interés estratégico en los desarrollos en la CCZ. La cercanía con esta zona rica en minerales y su experiencia minera terrestre posicionan al país como un actor relevante en futuros escenarios de minería oceánica.
Desde el punto de vista técnico, el estudio abre una nueva etapa en la discusión sobre minería submarina. Por primera vez, la comunidad científica cuenta con datos obtenidos a partir de una operación de remoción de nódulos ejecutada con equipamiento industrial. Esto permite establecer bases más sólidas para diseñar políticas públicas, normas de mitigación y protocolos de monitoreo ambiental con base en evidencia y no únicamente en modelos teóricos.
La investigación deja claro que el conocimiento actual sobre los ecosistemas profundos sigue siendo limitado. Los autores destacan que más del 90% de las especies identificadas no cuentan con descripciones científicas formales, lo que refleja un déficit importante de información básica. La falta de conocimiento sobre la función ecológica de estas especies, su conectividad y su rol en los ciclos biogeoquímicos representa un desafío para una gestión ambiental efectiva.
La minería en aguas profundas se encuentra en una encrucijada. Si bien ofrece una fuente prometedora de metales estratégicos para la economía verde, también plantea riesgos considerables para ecosistemas únicos, poco resilientes y escasamente estudiados. Los próximos años serán determinantes para definir si esta actividad se consolida como parte de la cadena global de suministro o si queda limitada por consideraciones ambientales insalvables
